La
imagen del doble en Aura de Carlos
Fuentes
Aura
es una novela corta macabra y perfectamente elaborada por Carlos Fuentes en la
cual penetra una percepción de lo dual en los personajes de Doña Consuelo y
Aura como un elemento fantasmal. Los encuentros amorosos y carnales entre los
personajes principales de la obra, Aura y Felipe Montero sólo se van a realizar
por el juego tenebroso de la doble apariencia de Doña Consuelo. Siendo Aura el
otro yo, constituye la clave para descubrir su presencia en la historia. Dentro
de las distintas caracterizaciones que se hacen de ella son las de Felipe
Montero y Federico Llorente, bajo el narrador en 2da persona.
La idea de la doble identidad
pareciera crear en la obra un clima de incertidumbre en saber verdaderamente
quién es Aura y cuál era su relación con Consuelo ya que el ambiente se muestra
confuso por elementos funestos, oscuros que no dejan apreciar de manera clara
los rasgos que pudiesen caracterizar a los personajes anteriormente mencionados.
Aura primeramente nos la muestra el narrador como una pariente de la Sr.
Consuelo que la ayudaba con las labores del hogar y que poseían características
idénticas, ambas tenían los ojos verdes con la misma intensidad al igual que el
vestido verde que la vieja usaba de joven, incluso hacían los mismos
movimientos como si fuera una el reflejo de la otra en distintas edades. Luego
Felipe Montero la describe como una mujer sumamente bella, cabizbaja y a la vez
monótona que no se deja ver totalmente en la oscuridad de la noche. Sin
embargo, anunciaba que su carácter se diferenciaba entre el día y la noche. En
la noche era una mujer atrevida, arriesgada, oculta y con aras de
corresponderle en amor, pero en el día parecía un alma en pena, no reconocía su
presencia ni respondía a sus preguntas, era una mujer indiferente. Y desde la
lectura que hacía Felipe de las cartas que dejó el difunto esposo de Consuelo,
el militar Federico Llorente, sobre cómo era su esposa de joven y su relación se
puede ir engranando la vinculación con Aura, pues, es a través de sus
informaciones que se va descubriendo que de acuerdo a las características
físicas e intenciones, Aura y Consuelo eran la misma persona.
A medida que vamos adentrándonos en
la lectura el narrador relata el momento cumbre de la historia, la encarnación
del joven espíritu de Consuelo en Aura por medio de rezos a fuerzas diabólicas
que ya Federico nos había asomado. Así la actividad que realizaba la Sr.
Consuelo durante el día era el rezo que, incluso tenía la modalidad de ser
desgarradores porque “hasta se arrancaba las carnes”. Ya al final de la novela cuando Felipe piensa
que está haciendo el amor con Aura la mira con la luz de la luna y se da cuenta
que es la vieja Consuelo, que siempre había sido ella y es cuando relaciona la
explicación que había leído en las cartas acerca del empeño en volver a ser
joven y bella. Allí ella lo sumerge en su mundo fantasmal diciéndole que tendrá
que esperar a que tenga más fuerza para devolver a Aura del más allá.
A partir de todos estos datos que va
proporcionando el narrador para focalizar su relato deja la impresión que con
esta dualidad el personaje lo que está manifestando es el tránsito del tiempo como
el motivo que desencadena en ella un estado de inconformidad ante la vida que
vivió. Por esta razón, las acciones
giran en torno a los deseos de devolver el tiempo con el objeto de ser hermosa,
joven y fértil para procrear. Punto que me remite a inferir que los encuentros
sexuales eran producto de las intenciones de Consuelo por tener un hijo.
Desde la perspectiva global de la
historia, el espíritu de Consuelo, Aura, representa o simboliza el pasado, la
juventud, la fogosidad, la hermosura, el tiempo estático y el deseo de cambios
en el futuro. De modo que la idea de lo dual reside en vivir una experiencia
que anteriormente no se pudo realizar y que en el presente tienen una carga en
la vida del individuo que por su condición de humano no puede solventar, las
fuerzas superiores sí lo pudieran hacer.